Resulta que los debates son tan importantes que algunas fuentes de contenido están adecuando horarios para no interferir con tan importante evento.
Por su parte los amigos de Netflix anunciaron –mediante un tuit bastante mamila- que el estreno de “Luis Miguel, la Serie” se aplazará por algunas horas debido al debate entre candidatos que se realizará el domingo 22 de abril.
Tan mágico que moveremos el estreno de #LuisMiguelLaSerie a las 10 PM (Hora del centro de MX) para que el 22 de abril todos podamos ver ambos sin tener que culpar a la noche, a la plaaaya o a la lluuuvia. httpss://t.co/hdkUA17SPi
— Netflix LATAM (@NetflixLAT) 12 de abril de 2018
Los pobres fanáticos de “el Sol” tendrán que aguantarse por algunas horas de ver la auténtica y verdadera historia de Luis Miguel para cumplir con su deber sacro-cívico de informarse sobre las propuestas de los candidatos presidenciales.
De la misma manera la Federación Mexicana de Futbol informó que la final del presente campeonato, programada para el 20 de mayo se adelantará una hora para que no coincida con el segundo debate.
Primero la gente podrá divertirse con su futbol pero luego, puntualmente, le cambian al encuentro entre candidatos. La patria así lo exige.
Ironías aparte la gran pregunta es ¿para qué ver el debate presidencial?
La idea de un debate, por lo menos en países más democráticos, es la de que los candidatos discutan alrededor de temas de interés nacional. Que se exponga una problemática y que cada quien diga cómo piensa solucionarlo pero con un formato abierto y que se preste a la discusión.
En México la idea, por alguna extraña razón, es la de mantener en una situación lo más aséptica posible a los candidatos. Ponerlos en una especie de “jaulita” ideológica en la que no haya –en la medida de lo posible- controversias, ataques o discusiones.
Cada uno da su discurso dentro de lo que cabe y evita las críticas de los demás mientras un moderador (o moderadora) les mide el tiempo de forma estricta.
Por consiguiente en México los debates tienden a ser meras exposiciones de los temas que los candidatos ya han sobado durante sus campañas así como ataques arteros a sus contrincantes.
No aportan nada.
La verdad es que no es de extrañar que la gente prefiera ver la biografía del Luismi o un partido de final antes que a los acartonados candidatos exhibiendo sus miserias.